Generación Z y la política de género: ¿militancia o hartazgo?
- Agustin Wenger
- 17 mar
- 3 Min. de lectura
Por Javier Pianta
Key Notes:
El 53% de las mujeres Gen Z se define como feminista, frente a solo el 32% de los hombres de la misma generación.
Un 60% de los varones Gen Z cree que se les exige demasiado para apoyar la igualdad de género.
El 59% de los jóvenes Gen Z percibe tensiones entre hombres y mujeres, la cifra más alta de todas las generaciones.
Solo el 45% de los encuestados cree que los hombres jóvenes de hoy tendrán una vida mejor que la de sus padres, reflejando una percepción de desigualdad en el avance de derechos.
La Generación Z es la más propensa a considerar que la promoción de la igualdad ha derivado en discriminación hacia los hombres: el 57% de los varones Gen Z lo cree, en comparación con solo el 36% de las mujeres.
Un 28% de los hombres Gen Z sigue pensando que un hombre que se queda en casa para cuidar a sus hijos es "menos hombre", un porcentaje que disminuye con la edad.
Fuente: Datos obtenidos del informe Día Internacional de la Mujer 2025 de IPSOS, basado en una encuesta realizada entre el 20 de diciembre de 2024 y el 3 de enero de 2025 en 30 países, con una muestra de 23.765 adultos de entre 16 y 74 años.
La Generación Z, nacida entre mediados de los 90 y principios de los 2010, es la primera en haber crecido completamente en un entorno digitalizado y globalizado. Son nativos digitales, consumidores de contenido en múltiples plataformas y protagonistas de los debates que marcan la agenda en redes sociales. En Argentina, representan aproximadamente el 20% de la población y tienen una relación ambigua con la política: por un lado, muestran un fuerte compromiso con causas sociales y ambientales; por otro, desconfían de las estructuras tradicionales y priorizan nuevas formas de activismo.
Son la generación que llevó las manifestaciones feministas a su punto más alto en el país, pero también la que expresa un mayor desencanto con los discursos de la corrección política.
Las encuestas pueden medir el pulso social, pero entender a la Generación Z requiere más que números. Son la generación hiperconectada, nacida en la era de la sobreexposición digital y del discurso progresista omnipresente. Sin embargo, los datos recientes de IPSOS revelan que lejos de ser un bloque homogéneo de militantes de la igualdad de género, los jóvenes de esta generación están profundamente divididos en sus percepciones sobre el feminismo, la equidad y su rol en los cambios sociales. Mientras las mujeres de la Gen Z parecen alineadas con la lucha feminista, los varones de su misma edad se muestran más escépticos, cuando no directamente reacios. ¿Se está gestando una fractura dentro de la juventud?
La política, que solía mirar a los jóvenes con paternalismo o desinterés, hoy necesita decodificarlos. No alcanza con hablar de diversidad en afiches ni con spots inclusivos: las marcas, los partidos y los gobiernos deben asumir que esta generación se mueve con lógicas propias, fragmentadas y en tensión constante. Si el 60% de los varones Gen Z cree que se les pide demasiado para apoyar la igualdad de género, mientras que el 53% de las mujeres Gen Z se define como feminista, estamos ante una brecha interna que puede marcar el tono de la política en los próximos años.
El problema de fondo es que el discurso sobre la igualdad ha evolucionado a un punto donde algunos lo perciben como un mandato y otros como una amenaza. Para una parte de la Gen Z, la lucha por la equidad es una bandera irrenunciable; para otra, es sinónimo de imposición o pérdida de derechos. Las redes sociales, terreno natural de esta generación, amplifican estas tensiones y generan burbujas discursivas que refuerzan posturas extremas. Esto tiene una consecuencia inevitable en la política: ¿cómo interpelar a una generación que, incluso en los temas que más la atraviesan, no encuentra consenso interno?
En Argentina, el escenario no es distinto. La relación de los jóvenes con la política se ha vuelto ambivalente: son protagonistas de movilizaciones y debates en redes, pero también expresan hastío y desconfianza hacia las estructuras tradicionales. El dilema para quienes buscan captar su atención es claro: ¿se puede representar a una generación que aún no termina de definirse a sí misma?
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